Dominic

Fotograías Digitales 2009

10.11.10

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Los dominios de la fotografía de Marcelo de la Fuente

La fotografía no roba el alma sino el cuerpo.

A diferencia de lo que otras civilizaciones creen, la exacerbación contemporánea de la práctica fotográfica en la cultura occidental (y la occidentalizada) no sólo somete a los sujetos a su permanente representación, como si esa pulsión fuera autoregulada, sino que exhibe ese sometimiento en cada esquina real o virtual. La infinidad de transacciones entre la cámara y el cuerpo que se consumen a diario dejan poco margen al erotismo no editado, a la sensualidad no trillada. El robo del cuerpo acorrala la mirada sobre poses rancias.

En la secuencia de este saqueo, Marcelo de la Fuente persiste en su preocupación por la luz y las implicancias de una deliberada producción low tech. Se empapa de la estética pulp, aquella originalmente reservada al arte gráfico, para llevar el imaginario popular al extremo desde el dispositivo fotográfico. Las manchas y texturas del tratamiento de cada foto compiten con el deleite propio de la piel que se ofrece.

No obstante, Dominic, el título de esta nueva serie sobre la figura femenina hace insoslayables otras cuestiones que nos llevan al fuera de campo de su fotohistoria. ¿Nos hará creer su autor que el término elegido nada tiene que ver con el dominio que su dios lente ejerce sobre ese cuerpo, expulsado de la intimidad y arrojado al dominio público (del arte)? ¿Es enteramente casual que su nombre nos evoque a las mujeres que han desembarcado en nuestras urbes desde la República Dominicana para convertirse en una nueva generación de prostitutas distinguibles por sus firmes y rotundas curvas traseras? ¿Qué es lo que esas imágenes reclaman de nosotros? Ya casi no especulamos sobre los enigmas de lo ocurrido en cada escena; apenas nos intriga. Nada del anterior espectador cómplice en el vouyerismo se encuentra en estas vistas de un hotel por horas. Lo que muestran estas imágenes es algo menos vedado que estrepitosamente expuesto. Y es precisamente en esa sugestión ambigua sobre lo que vemos donde provoca el pensarnos como almas sin cuerpos propios; como hordas de mirones en falso éxtasis, presos de un goce codificado y dosificado; como figuras incautadas por el imperio de la fotografía.

Viviana Usubiaga

Abril 2011

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